El caso de Apofis ha aumentado el interés de la comunidad científica y del público en general sobre los peligros de impacto, y todos quieren saber qué es lo que se está haciendo al respecto. En un acontecimiento que sucede en promedio una vez cada 1 300 años, el 13 de abril de 2029 el asteroide 99942 Apofis (en inglés “Apophis”, y antes también conocido como 2004 MN4) pasará muy cerca de nuestro planeta (a apenas unos 25 000 kilómetros de distancia, menos que muchos satélites geosincrónicos artificiales) y será visible a simple vista en Europa, Asia y América del Norte.

Descubierto en junio de 2004, fue re-descubierto en diciembre del mismo año, y en este último caso provocó la alarma de los investigadores, puesto que se estimó que existía una posibilidad de 1/40 de que chocara con la Tierra en 2029.

Si bien los cálculos posteriores demostraron que esa posibilidad era casi inexistente, no se podía descartar un impacto hacia 2036 o incluso en pasajes posteriores (que se sucederán cada siete años, aproximadamente), debido principalmente a que su cercano pasaje de 2029, a través de un así llamado “ojo de cerradura”, distorsionará seguramente no solo su trayectoria sino su misma morfología.

No es extraño entonces que haya recibido su nombre oficial por la denominación griega del dios-serpiente egipcio Apep, señor del caos, de la oscuridad y de la destrucción.


Russell “Rusty” Schweickart

Desde su creación en 2002, la Fundación sin fines de lucro conocida como B612 (llamada así por el asteroide-hogar del protagonista de “El Principito” de Saint-Exupèry) ha estado realizando campañas para impulsar el perfeccionamiento de nuestras capacidades para desviar asteroides que puedan impactar sobre la Tierra.

El presidente de la Fundación B612 es un antiguo astronauta de la NASA, Russell Schweickart, y él y el grupo de astrónomos, astronautas, técnicos y científicos de varias especialidades que la integran tienen como meta obtener el dominio de los métodos capaces de desviar de manera controlada a un asteroide hacia el año 2015.

Su idea básica es utilizar un motor cohete magnetoplasmático de impulso variable específico para “empujar” ligeramente al asteroide y desviarlo de su trayectoria. Esto implica conocer con suficiente antelación (varios años) el riesgo de impacto.

El caso Apofis

Este asteroide ha demostrado ser justo lo que B612 necesitaba para comenzar a actuar fuertemente.

En una carta enviada al Administrador de la NASA Michael Griffin, Schweikart llamó la atención sobre el dilema Apofis. Urgió a que un “transponder” (equipo de radio trasmisor-receptor), similar al utilizado en las aeronaves comerciales, se colocara sobre el asteroide para que los científicos pudieran determinar si el mismo pasará efectivamente por el “ojo de la cerradura”. Además, solicitó que la NASA estimara rápidamente el tiempo requerido para dos misiones: la de colocar el equipo de radio, y otra subsiguiente si fuera necesario desviar la trayectoria del objeto.

¿Por qué el apuro?. El desvío de Apofis, si fuera necesario, deberá tener lugar antes del pasaje cercano de 2029. Antes de esa fecha un simple toquecito, por ejemplo el disparo de un objeto pesado sobre el asteroide, podría cambiar el curso lo suficiente como para evitar su paso por el crucial pero pequeño “ojo de cerradura”.

Después de 2029, y si Apofis hubiera pasado por el “ojo”, estaríamos en problemas.

David Morrison, un científico del Centro Ames de Investigación de la NASA, responsable del Programa de Peligro de Impacto de Asteroides y Cometas, explicó que después de 2029 sería necesario un desvío lo suficientemente poderoso como para evitar no simplemente un diminuto “ojo de cerradura” sino un blanco mucho más grande: la propia Tierra. Y un desvío de ese tipo está muy lejos de las posibilidades de la tecnología presente en el caso de un asteroide de este tamaño.

Dada esta fecha límite, parecería haber suficiente tiempo para la acción. Pero Schweikart, quien admite no ser experto en planeamiento de misiones, especula que una misión para colocar el "transponder", desde el inicio hasta su implementación, podría tomar entre siete y ocho años. Y que si fuera necesario un intento de desvío, el mismo llevaría hasta 15 años para lograr su implementación.

Es un tiempo demasiado justo para el gusto de Schweikart, quien opina que la NASA tendría que calcular rápidamente algunos tiempos realistas de misión. “Podría suceder”, dice, “que tengamos que comenzar a planear estas misiones ya mismo”.

Dudas

Dan Durda, un científico espacial del Instituto de Investigación del Sureste, resaltó la necesidad de conocer más sobre los asteroides antes de comenzar una misión de desvío. Es ferviente partidario de una misión de reconocimiento.

“Hay un límite para lo que conseguimos aprender desde tan lejos”, dijo Durda. “En algún momento deberemos visitar el “terreno” y ensuciarnos las manos. Espero que lo hagamos muy pronto”.

Durda dijo que las simulaciones de computadora pueden llevarnos solamente hasta cierto punto. En la mente del científico hay varias preguntas clave sobre los asteroides. ¿Cúan fuertemente se puede empujar un montón de escombros unidos por su propia gravedad, antes de que sus componentes internos comiencen a diseminarse por todos lados?.

Más aún. ¿Cuánta cantidad de polvo fino puede adherirse a la superficie de un asteroide que ha sido impactada muchísimas veces?. ¿Cómo podría ese material complicar las tareas de una nave si la electrostática hiciera que se pegara y se metiera en cada rendija y en cada palanca?.

“En una misión de ese estilo habrá cosas que funcionarán bien y otras que no funcionarán para nada, y nos enseñarán muchísimo sobre el mundo real de trabajo sobre la superficie de un asteroide... ya sea para obtener minerales o para la protección planetaria”, finalizó.

Observando y planificando

El gato, representante del Sol en la noche, matando a la serpiente Apep y asegurando un nuevo amanecer.
Crédito: Biotherapy Research Sojourn in Egypt
A principios de agosto de 2005 tuvo lugar en Buzios, Brasil, el Encuentro Asteroides / Cometas / Meteoros 2005 (ACM-2005)y, por supuesto, el caso Apofis estuvo presente.

El asteroide se acercará dos veces (en 2013 y en 2021) antes del pasaje crítico por el “ojo de la cerradura” de 2029. Si bien para el primero de esos pasajes seguramente se habrá refinado mucho el cálculo de su trayectoria, habrá todavía una incertidumbre remanente producto del “efecto Yarkovsky”, es decir, la aceleración de un asteroide debida a la asimetría de la radiación solar absorbida por el hemisferio diurno y re-irradiada después por el hemisferio nocturno de un cuerpo en rotación.

Esta incertidumbre será finalmente resuelta para el pasaje de 2021, pero entonces sería demasiado tarde (si Apofis estuviera en trayectoria de impacto) para montar una misión confiable de desvío.

En cualquier caso, los científicos de JPL estiman que una misión para colocar un “transponder” no sería necesaria antes de los cálculos mejorados de 2013.

En la reunión, Steve Chesley de la Oficina del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra del JPL, concluyó su intervención haciendo notar que un desvío por energía cinética podría ser llevado a cabo (al estilo Deep Impact) con un impactador de 1 000 kgs., que chocaría a unos pocos kilómetros por segundo y provocaría un desvío de unos 25 kilómetros en un lapso de tres años.

De todos modos, y basados en los datos recogidos durante los próximos dos acercamientos, Don Yeomans, director del Programa de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO) de la NASA, dijo que los científicos podrían llegar a alcanzar una precisión del 99,8 por ciento sobre el escenario futuro, y que habría que esperar antes de lanzar una misión que costaría cientos de millones de dólares.

Hasta entonces, Yeomans mantiene que no perderá su sueño por Apofis.

“Es un objeto interesante y ha puesto en el tapete varios asuntos, pero... ¿una amenaza preocupante?. No.” Y concluyó Yeomans: “todavía tenemos mucho tiempo”.

Segun NASA, el impacto del Apophis 99942 sería equivalente a 880 Megatones (880.000.000.- de toneladas de TNT)
comparandolo con Krakatoa (200 Megatones) y otros eventos conocidos, y sin considerar la variable específica del lugar de impacto, se presume que esta colisión podría causar un Invierno por impacto; es decir que los elementos lanzados a la atmosfera bloquearían los rayos solares y nos mandaría de vuelta a la edad de hielo por unos 1.000 años.




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